En un emotivo acto, con la participación de vecinos y vecinas de la ciuadad, se inaguró la muestra de cuadros “Algunos recuerdos” de Raúl Orlando Pérez en Sala Frey (centro cívico). La exposición permanecerá hasta el domingo 7 de mayo con la posibilidad de interactuar con el autor por las tardes, de 18 a 20hs.
Raúl Orlando Pérez, nació en el año 1946 en San Martín de los Andes, ha vivido desde pequeño en San Carlos de Bariloche. El 3 de mayo de 2022 fue uno de los vecinos agasajados entre los “Antiguos Pobladores”. Desde muy joven exploró diferentes disciplinas artísticas como dibujo, grabado, pintura, talla, escultura y música. Trabajó como docente durante muchos años y se ha dedicado definitivamente a la construcción de instrumentos musicales aunque nunca ha dejado de lado las artes plásticas.
Sus cuadros nos invitan a un viaje en el tiempo. En esta exposición se pueden ver principalmente pinturas de casas antiguas de la ciudad, paisajes y retratos, una muestra que también incluye recuerdos de su juventud.
Durante la inauguración, el reconocido luthier y artista plástico conversó con HOY Bariloche sobre su pasión por pintar y dibujar. Además, recordó las reuniones en el “Bar América” y los encuentros durante las fiestas populares, como las realizadas en el Club Boca Junior o en los barrios durante las celebraciones del 18 de septiembre.
¿Cuales son los sentimientos en este momento de encuentro con amigos y vecinos?
Alegría, un poco de nostalgia también porque la gran mayoría son veteranos,amigos de cuando todos éramos jovencitos. Y de cuando muchas de esas casas que he pintado, estaban en pie. Pero me da alegría. Sí, sí, por supuesto. Es una gran alegría. Es muy lindo.
¿qué técnicas utiliza y cuándo fueron creadas las obras?
Vemos diferentes técnicas, y también momentos. Sí, hay procedimientos diferentes, procedimientos técnicos distintos. Hay desde pastel, acuarela, óleo, grafito, en cuanto a lo técnico, pero también se puede ver, distintos tamaños y sobre todo de distintas épocas pero todos son lo que yo llamo “las cosas viejas” o sea las cosas que he pintado antes del ´95…´96 para atrás. Tengo muchísima obra más nueva pero bueno, hay que enmarcarla y hacer otra muestra en otro momento. Quiero hacer si es posible, una muestra solamente con recuerdos de viajes.
¿Qué tiene de especial esta muestra?
Estos son recuerdos de Bariloche, y los alrededores. Bariloche no es solamente la ciudad, lo que llamamos antes “el pueblo”, es también todo el entorno. También algunos retratos de personas y paisajes.
Quienes fueron retratados?
No son retratos en el sentido clásico, son retratos donde he tratado de extraer o de alguna forma mostrar lo que a mí me transmitió esa persona o lo que parecía transmitir o salir de ella. Hay una cantidad de ellos que fueron, en su momento, parroquianos o “habitués del bar América”. Un bar bastante clásico como fue el Gambrinus, pero en América era más nuevo, que estaba en la esquina de Palacios y Mitre, en una esquina en ochava, ahí, donde nos juntamos muchísima gente joven, todos los que fuimos al colegio nacional y posteriormente a la escuela normal, solíamos ir ahí porque era un lugar tranquilo, discreto, nunca había turistas, siempre eran locales, había gente que jugaba al truco, gente que jugaba a los dados, todo viejo, digo viejo para nosotros que éramos adolescentes, pero también había y entre ellos nosotros por ejemplo, personas que jugaban al ajedrez, incluso se desarrollaron torneos locales y provinciales.
Muy interesante ese lugar, ¿qué más puede contarnos de lo que allí sucedía?
En algún tiempo más adelante hubo una pequeña “perversión técnica”, porque en la planta baja de ese bar se pusieron en funcionamiento unas máquinas que… bueno, algunos los entretenían mucho, pero era para dejar dinero nomás, ¿no? En realidad, cuando uno mira para atrás, eran juguetes bastante simples, con resortes y muchas lucecitas, pero bueno, mucha juventud se sentía atraída hacia eso. En mis retratos se puede ver gente que solía sentarse arriba durante horas, a veces a charlar, a veces a leer por ejemplo, yo hacía bocetos y después directamente volvía a la casa de mis padres y pintaba.
Hay muchas de sus obras que muestran esas historias?
Sí, eso es una buena parte también. Y la otra son de Bariloche, las casitas, creo que el ciento por ciento de esas casas ya no existen. Hay otras, todavía sigo viendo y encontrando, no es que las busco, aparecen solas, pero cada vez que vengo al pueblo, las pocas veces que vengo al pueblo aparecen esas casitas viejas, que están hechas principalmente de madera, con calefacción a leña, que no tienen gas. No es solo pintoresco, que lo siguen siendo esas casas, sino que también tienen un lado, para mí, nostálgico, porque pertenecen a ese tipo de casas que primaban en Bariloche, la construcción cuando yo era chico. O sea, muy pocas casas de material, de Elflein para arriba, había muchísima construcción en madera. Y bueno, de esas casas están ahí algunos recuerdos.
¿Qué otros momentos o encuentros rememora su obra?
Muchos y distinto momentos, pinturas realizadas teniendo como motivo diversas fiestas populares, como las que se hacían ocasionalmente en el Club Boca Junior, en Calle Mitre del 800, o las que se organizaban en distintos barrios para festejar los 18 de septiembre en las llamadas “Ramadas”, que solían extenderse hasta una semana entera.
Las Ramadas o fondas son sellos distintivos de una expresión popular convertida
en tradición de las familias y pueblo Chileno
¿La naturaleza también fue inspiración?
La naturaleza siempre me atrapaba con su belleza apabullante. No me cansaba de observar. Primero me llamaban la atención las diferentes líneas que se entrecruzan, que forman ritmos, por ejemplo las ramas de los árboles, las aguas que caen en una cascada, los juncos que se mecen al viento, las nubes que se espesan y se diluyen. Luego comenzaba a haber manchas de colores, de luces y sombras. Luego una combinación de todo ello que formaba algo vivo, cambiante cada momento y que quería transmitir en mi obra.
MÁS SOBRE RAÚL ORLANDO PÉREZ
Recibido como maestro normal a los 17 años en la Escuela Normal Mixta Nº 2 de Bariloche, ha trabajado como docente durante muchos años, pero se ha dedicado definitivamente a la construcción de instrumentos musicales para música antigua (laúdes, vihuelas, cítolas, violas da gamba, etc.), junto a otros modernos y/o tradicionales como guitarras, violines, violas, tiples, timples, cuatros, o ukuleles, entre otros. En este carácter de docente del Colegio Nacional Nº 10 de Bariloche, durante el período 1983-1988 los alumnos construyeron una gran cantidad de instrumentos musicales, experiencia única en el país.
Como constructor, reparador y restaurador de instrumentos musicales, ha sido el único en cumplir esta función en Patagonia por más 40 años posibilitando el desempeño de numerosos solistas y conjuntos.